¿DE QUE HABLAN DOS AMIGOS YA MÁS CERCA DE LOS 40 QUE DE LOS 30? ¿QUÉ LES PREOCUPA? ¿QUÉ LES MOTIVA Y QÚE LES DISGUSTA?... LO CIERTO ES QUE SEGURAMENTE AMBOS ANDAN FALTOS DE TERAPIA, PERO COMO EL NÚMERO DE SESIONES NECESARIAS SUPONDRÍA UNA PEQUEÑA FORTUNA QUE NO TIENEN, HAN OPTADO POR UNA SOLUCIÓN MÁS ECONÓMICA. ¿EL RESULTADO?...DESCÚBRELO A CONTINUACIÓN

martes, 22 de febrero de 2011

MEDIA MARATÓN CORAZÓN DE ASTURIAS

Si hace tres meses, alguien se me acerca y me dice que me voy a levantar un domingo a las 6:30, hacer luego 200 km en coche para acercarme a un pueblecito de Asturias y pasar la mañana corriendo alrededor de un aeródromo, le hubiera tratado de loco o de borracho.


Hoy sin embargo, me he levantado con una sensación que define muy bien una vieja expresión militar: “con la satisfacción del deber cumplido”, y se lo debo a haber encontrado algo que ha sido capaz de motivarme y exigirme día a día.Como digo, ayer domingo atravesaba las calles de mi ciudad de madrugada, cruzándome con aquellos que vuelven a casa después de un sábado noche de excesos, viéndome reflejado en muchos de ellos y reflexionando en como ha cambiado mi vida en unos pocos años. Allí estaban ellos, saliendo de esos garitos que a esas horas siguen abiertos de forma semi-clandestina, alguno aun copa en mano y medio descamisados, pareciendo no padecer el frío que realmente hacía. Enfrente yo, recién levantado y duchado, embutido en mi viejo chándal y con una gruesa sudadera, avanzando hacia el garaje de un amigo con el que había quedado para embarcarme en esta nueva aventura.


Después un viaje de dos horas en coche, donde las anécdotas y experiencias de los que ya han participado en este tipo de eventos te ayudan a ir situándote, a conocer un poco mejor donde te estas metiendo. También hablamos de futuros retos, a cual más difícil, quizás para que lo que vamos a hacer parezca más sencillo.


Cuando por fin llegas al pueblo donde se disputa la prueba, lo primero que te sorprende es el ambiente. Un municipio pequeño amaneciendo un domingo entre la neblina, que se va llenando poco a poco de personas de toda edad y condición, en su mayoría hombres pero también unas cuantas mujeres, algo desorientados y moviéndose al dictado de los grupos más numerosos, primero a la búsqueda de un sitio para aparcar, luego del lugar donde se hace entrega del dorsal, de la salida, una cafetería para tomar algo y hacer tiempo, o un sitio para cambiarse de ropa.


Conforme se acerca la hora del comienzo, la concentración de gente se hace mucho mayor en torno a la zona de salida. Cientos de personas, todos ataviados de forma peculiar, pero cada uno con su nota de color: una camiseta más llamativa, gorras peculiares, calcetines muy largos o los cordones de las zapatillas de colores chillones. Unos te parecen excesivamente abrigados y otros todo lo contrario, con pantalón corto y camisa de tirantes cuando la temperatura apenas supera los 10º.


La última tecnología también se deja ver, en forma de equipos portátiles de música, GPS, pulsómetros,… verdaderos ordenadores de muñeca al servicio de deportistas aficionados que los lucen con cierto orgullo, pero sin llegar a convertirse en ostentación.


Durante el calentamiento previo, una anarquía absoluta donde cada uno tiene su técnica (la gente corre arriba y abajo de las pancartas, hace estiramientos, esprinta y cuantas extrañas maniobras podáis imaginar) los novatos como yo tratamos de ubicarnos y comportarnos de forma similar al resto, como para que no parezca que eres “el nuevo”. Ya con los nervios de la salida, y al toque de silbato te vas colocando a la altura que crees se corresponde con tu nivel y esperas el disparo que marca el comienzo de la prueba.


La salida es un poco embarullada. Somos muchos y el ancho de la calle da para lo que da. Poco a poco la cosa se ordena, y empiezo a buscar a alguien que lleve un ritmo que me resulte cómodo. Me acoplo al grupo de la liebre del 1-50, que a priori es mucho mejor tiempo del que pensaba hacer, pero al paso por el kilómetro 2 tengo la sensación de ir demasiado lento, y avanzo un poco más.


Ahora me coloco junto a tres o cuatro corredores, poco más jóvenes que yo, y que corren a ritmo de 5 minutos 10 segundos el kilómetro (lo se porque uno de ellos nos lo va retransmitiendo gracias a su cronómetro-pulsómetro-altímetro-GPS de última generación, que cada poco le avisa mediante llamativos politonos). Con ellos voy avanzando primero a través de una carretera y después por las calles desiertas de un polígono industrial. Allí tenemos el primero de los avituallamientos. No tengo sed, pero como todo el mundo coge un botellín, también lo hago e intento dar algún trago. Casi me atraganto y por un momento pierdo la concentración en el paso y la respiración. Después de dos pequeños tragos más, tiro la botella en un contenedor que hay más adelante.


Km 7: Una vez fuera del polígono, encaramos un ligero falso llano, siempre un poco hacia arriba. Me encuentro bien, el cuerpo ha calentado y agradezco que el sol haya salido tímidamente, por lo que decido poner un poco más de ritmo. Allí delante se ve un grupo numeroso de veteranos, varios de ellos patrocinados por un constructor local. Amplío la zancada y me voy acercando. A la entrada de un pequeño pueblo les he dado alcance. Aflojo un poco y me doy un respiro a su ritmo. Se agradecen los aplausos de los curiosos que se agrupan en las aceras de la calle principal.


Km 9: Hemos salido del pueblo y encaramos una nueva pequeña subida hacía la zona de salida (corremos en un circuito al que hay que dar dos vueltas). No tengo la sensación de haber bajado el ritmo, pero me alcanzan los que había dejado atrás hace unos 2 km. Me pasan con una cierta facilidad, y me asusta un poco pensar que puedo pagar haberme puesto “gallito”. Pasamos por el segundo avituallamiento y vuelvo a tener problemas al querer beber un poco. De repente me quedo en tierra de nadie, un poco por detrás del grupillo que me antecede y sin nadie muy cerca por detrás. Decido no exigirme mucho porque todavía me queda la mitad.


Llegamos a la zona de salida-meta, y en el último repecho veo que delante de mi hay un chico con camiseta azul y auriculares que sube con alguna dificultad. Aprieto los dientes y le alcanzo al paso por meta. Decido que va a ser mi compañero de fatigas.


Km 13: Estamos en la zona de bajada (muy suave) y me dejo ir. Intento llevar un ritmo estable, pero el compañero que me he buscado no me resulta una buena referencia. Nos pasamos mutuamente varias veces, con lo cual alguno de los dos no sigue un ritmo continuo. Tengo la impresión de que no soy yo, pero tampoco estoy seguro. Empiezo a hacer cálculos mentales sobre la marca que puedo hacer. Parece que si mantengo el ritmo es fácil que baje de la hora y cincuenta y cinco minutos, que era mi primer objetivo.Después del acceso al polígono, la rampa con más pendiente del circuito, empiezo a notar las primeras molestias en la parte posterior del muslo. Además recuperar una respiración más estable me cuesta también más ahora. Paso por el siguiente avituallamiento y decido no coger agua. Seguramente este era el momento en el que si necesitaba haber bebido, pero como las anteriores no me ha ido bien, lo dejo pasar.


Km 16: Entro en la zona desconocida. Nunca he corrido ni tanto tiempo ni tanta distancia. A la salida del polígono empiezo a notar debilidad y me asusto un poco, porque todavía queda un buen rato. Las piernas ya no me empujan. Soy capaz de ir poniendo un pié detrás del otro, pero estoy seguro de que he bajado el ritmo de forma alarmante. Mi rival de la camiseta azul me lo confirma cuando me adelanta y me deja atrás con facilidad. Paso dos kilómetros malos, pensando solo en acabar y olvidándome del tiempo.


De repente, cuando entro en el pueblo y después de una calle con ligera bajada me encuentro mucho mejor y vuelvo a recuperar mi zancada. Allí delante está el chico de la camiseta azul que una vez más cuesta arriba tiene problemas, con lo que soy capaz de cogerle de nuevo.Ahora me envalentono, porque hemos pasado la pancarta de los 18 y solo quedan 3 kilómetros. Sin vaciarme del todo sigo a buen ritmo, recogiendo varios “cadáveres” y convencido que salvo accidente o tirón de última hora (nunca tengo problemas de este tipo entrenando) llegó seguro y en un tiempo más que aceptable. Tampoco recojo bebida en el último avituallamiento, “total solo queda 1 kilómetro”, pienso. Los gritos y aplausos de la gente, que aprovechando que tienes un dorsal personalizado te anima incluso por tu nombre, me relajan hasta el punto de que soy capaz de esbozar una sonrisa llegando a la zona de meta.


Solo queda la última recta. Pienso en esprintar, pero me da un poco de vergüenza. Además, veo el reloj bajo la pancarta y el tiempo me parece muy bueno, por lo que me conformo. Mis compañeros que ya han llegado hace un rato me dan el último empujón. En los últimos metros me rebasa una chica que había guardado un montón de energía para ese final, y después pienso que tenía que haberla disputado la llegada, pero en el fondo me da lo mismo. ¡He terminado! Objetivo cumplido.


Tras la meta te surten de bebidas y algo de comer, también recibes ese premio en forma de camiseta conmemorativa que luciré con orgullo cuando salga a entrenar próximamente. Es una estupenda forma de decir: “yo estuve allí y lo hice”.


Unos estiramientos, una ducha en el polideportivo municipal y el premio final de degustar una fabada en una sidrería asturiana antes de emprender viaje de vuelta. Cansado pero satisfecho, concluyo que ha sido todo un acierto volver a la senda del deporte en la manera que yo siempre lo concebí, como una forma de disfrutar y pasarlo bien, porque me gustaría hacer también mía la frase de un corredor anónimo que descubrí en un libro de Murakami: “El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional”.

3 comentarios:

  1. Enhorabuena por la carrera! Tengo un amigo también muy aficionado. Estuvimos viendole en la San Silvestre de Benidorm. La verdad es que se ve de todo, ancianos raquíticos, gente disfrazada, desmayos, etc... todo un espectáculo. Anímate y te apuntas a la carrera de escaleras que se celebra aquí en el hotel Bali, el más alto de Europa. Son ciencuentay tantos pisos y viene gente de todo el mundo. Una alternativa a la marathon.

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  2. Gracias, la verdad es que ha sido la primera, pero esto engancha, seguro que habrá mas. Lo de las escaleras (hay una parecida en el Empire State) me parece una pasada, a partir de ciertos pisos se te tiene que salir el corazón del pecho, pero como experiencia para una vez puede estar bien,...no lo descarto del todo ja,ja,ja.

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  3. Fernández, tú cumpliendo tus propositos, y yo no dejo pasar semana que no haga algo menos, con lo cual no creo que llegue a cumplir tan sólo uno de los propósitos.
    Me ha gustado mucho el relato. Yo con la bici voy poco a poco, pero eso de momneto no lo he dejado.

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