Por eso lo de este último Tour me revuelve el estómago. Pasarme ayer tres horas viendo a los reyes del “fair play” repartirse honores en una carrera apañada y amañada me parece muy triste. Como dice Carlos Sastre, quizás el último de los viejos gladiadores del pelotón, el ciclismo se está convirtiendo en una patraña de niñatos.
Cualquiera que haya disfrutado del mejor Delgado, de la locomotora Indurain, del gitano Chiapucci, del incombustible Rominger, del pirata Pantani o del incontestable Amstrong… pero también de aquellas Vueltas de Caritoux, Giovanetti o Mauri, de los Giros de Berzin o de los Tour de Riis, Pereiro o Sastre, incluso de los dos anteriores de Contador sabe que este año le están timando.
Para hacer amigos ya están las marchas cicloturistas (Delgado organiza una multitudinaria en Segovia dentro de unos días), la competición, el deporte profesional, está para ganar, o al menos para intentarlo.
Que...luego unas pajillas ¿en mi habitación o en la tuya?
odio el ciclismo profesional, me parece un deporte de pastilleros y suicidas. La retransmision de la vuelta siempre me produjo jaquecas. Los ciclistas que van por la ciudad me dan miedo, aparecen por cualquier sitio a mucha velocidad y ni los ves ni los oyes, les encantan las direcciones prohibidas..
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